viernes, 9 de mayo de 2008

LA VIRGEN DE MONTSERRAT VISITA A MASSIEL Y LE OFRECE ANÍS DEL MONO

Ding dong.

Ding dong. Diiing dooong.

¡Pom pom pom!


M. (de Massiel) - ¡Ya va, ya va!

(Massiel abre la puerta:)

M. (de Moreneta) - Hola.

M. - Ay, hola.

M. - ¡Sorpresa!

M. - Sí, sí.

M. - No me esperabas, ¿no? Ya ni te acordabas...

M. - Claro que me acordaba...

M. - Ya veo.

M. - Pasa.

M. - Gracias.

M. - Pasa, pasa, no te quedes en el recibidor.

M. - Gracias.

M. - ¿Qué llevas ahí?

M. - ¿Dónde?

M. - Debajo de las faldas.

M. - Ah, me has pillado, era otra sorpresa...

M. - A ver...

M. - Mira.

M. - ¡Ala!

M. - ¿Qué?

M. - Te has pasado.

M. - No ves que las cojo del almacén, que no me cuesta nada.

M. - Ya, pero no hacía falta. Y eso debe pesar como un muerto.

M. - Estoy acostumbrada, no ves que siempre llevo el niño a cuestas.

M. - Ala, qué bruta que eres.

M. - (Riendo.) Nena, hay que reírse de todo. Pero deja que me lave las manos, que me huelen a carnuza.