Son las cuatro de la mañana. Finales de diciembre. Ahora mismo, te estoy escribiendo, para saber si estás bien. Nueva York es frío, pero me gusta donde vivo. Suena música en Clinton Street durante toda la tarde.
He oído que estás haciéndote una pequeña casa en medio del desierto. Ahora, tu vida no tiene sentido. Espero que escribas algún tipo de diario.
Sí, y Jane vino con un mechón de tu pelo. Me dijo que se lo habías dado aquella noches que decidiste cortar con todo. ¿Lo has hecho realmente?
La última vez que te vimos, parecías mayor. Tu famoso impermeable azul estaba gastado por los hombros. Has estado iendo a la estación a mirar los trenes. Y volviste a casa, sin Lili Marlene.
Y has tratado a mi mujer como un objeto más de tu vida. Y cuando volvió conmigo, ya no era la esposa de nadie.
Bueno, te veo ahí, con una rosa entre tus dientes. Otro debilucho ladrón gitano. Veo a Jane despierta.
Te manda recuerdos. Y todo lo que puedo decirte, hermano mío, mi asesino, es … ¿Qué puedo decir? Supongo que te echo de menos. Supongo que te perdono. Me alegro de que te cruzaras en mi camino.
Si alguna vez vienes por aquí, ya sea por Jane, o por mí. Tu enemigo estará durmiendo, y su mujer es libre de hacer lo que quiera.
Sí. Y gracias por el problema que le quitaste de delante. Yo creía que era algo bueno, y por eso nunca había intentado solucionarlo.
Y Jane vino con un mechón de tu pelo. Me dijo que se lo habías dado aquella noches que decidiste cortar con todo.