jueves, 9 de octubre de 2008

UNA CRISIS GLOBAL CON CARA



Palabras como inversor, subprime, Wall Street y Lehman sugieren imágenes de señores encorbatados y señoras en traje chaqueta con un micrófono colgado de la oreja cual Madonna in concert, gritando en medio de un gran alboroto, sobre un fondo de pantallas enloquecidas.

Lo último que sugieren esas palabras es la cara de este muchacho de piel blanquecina y ojos anonadados, con un contrato temporal en la emisora COM Ràdio que le reporta 1.200 euros al mes -cuantía que completa con colaboraciones en otros medios- y que se tapa la cabeza ante el número 3 de la plaza de Francesc Macià, ante una oficina del Citibank. José María Sarri, periodista de Cultura, vive de alquiler en Barcelona, tiene 30 años y en mayo pasado recibió de sus padres un dinero para que lo gestionara, con la idea de comprarse un piso en el futuro.

Sarri se presenta, de entrada, como alguien que "no tiene ni idea de economía". Siempre había tenido sus ahorros en Caixa Manresa, pero se dirigió a la sucursal más cercana del Citibank porque esta entidad le había dejado buen sabor de boca a las puertas de un largo viaje a Australia, cuando pudo abrir una cuenta por Internet y, una vez allí, pudo disponer de ella y de una tarjeta para operar. "Cuando me atendió un comercial, le dije que quería un lugar seguro para el dinero y no tocarlo durante un tiempo", recuerda. Citibank le hizo un test para saber cuál era su perfil de inversor. Resultó ser "equilibrado P4" (que "no está dispuesto a asumir pérdidas significativas sobre el valor de su cartera a medio plazo"). El test especifica que el joven "no posee conocimientos y experiencia suficiente sobre su inversión en productos complejos" y que toda contratación de estos productos "sólo se hará bajo su exclusiva responsabilidad, sin asesoramiento de Citibank y a petición propia". Sarri firmó este papel, que, en la letra pequeña, dice que los productos de inversión que Citibank España distribuye "no conllevan garantía ni obligación alguna por Citibank".

El gestor le habló ipso facto de "un muy buen producto, ideal", un bono a dos años en euros, con capital 100% protegido al vencimiento, que al cabo de un año le permitiría acceder a la mitad del dinero más un cupón del 6% sobre la mitad de lo invertido y que, tras el segundo, le devolvería su dinero más la mitad de la subida media trimestral del índice DJ Eurostoxx 50. "A mis padres les pareció bien, dije sí y pasé a firmar".

Asegura que no sabía que había comprado un producto emitido y garantizado por el banco de inversión Lehman Brothers. No leyó las nueve hojas del Bono 50-50 II, que concluyen así: "Estoy invirtiendo en un producto complejo y confirmo haber sido informado de mi perfil de inversión (...), declaro comprender que es posible que dicho producto no sea conveniente para mí (...) pero deseo invertir en el citado producto". Sarri exclama: "¡Claro que pensé que podría no ganar mucho, e incluso perder. Pero nunca que la cuenta pasaría de 44.000 a cero!" El asesor le llamó en agosto para venderle otro producto donde invertir otros 20.000 euros que tenía (dijo que no) y la siguiente llamada fue ya para decirle por teléfono que lo había perdido todo. Sarri, estupefacto, fue al Citibank a retirar al menos sus 20.000 euros. Cree que le miraron como si le "hicieran un favor". En la escalera, topó con el asesor. Le dijo: "Ya te atienden, ¿verdad? ¿Cómo estás?". Le contestó: "¿A ti qué te parece"?. Ayer, en la oficina de Citibank, una colega del asesor sostuvo: "Lehman no era de riesgo. Era lo más estable que había. Por eso lo vendían todos los bancos del mundo". El 15 de septiembre, Lehman declaró la bancarrota.

Jueves, 9/10/2008
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