De los 6 a los 16 años estuve en un club de alpinismo. Todos los fines de semana cogíamos la mochila y nos íbamos a patear las montañas de catalunya. Desde Monserrat al Puigmal. Con el tiempo, el instituto empezó a irme mal, empecé a fumar y a salir de farra con los amigos y fui dejando de lado la montaña, hasta que la abandone del todo.
Al cabo de mucho tiempo me junte con unos colegas que querían hacer la ascensión al Aneto.
Recuerdo que por aquel entoces ya fumaba un paquete diario de tabaco, y que hacia tiempo que no hacia ninguna caminata. La ascensión fue dura. Pero mereció la pena, ver el glaciar ( que ya debe quedar poco) o cruzar el paso de Mahoma para llegar a la cumbre son una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida.