domingo, 20 de abril de 2008

EN UNA PLAYA CUALQUIERA, CAMINO DE CASA...


HOY, DESDE UNA VENTANA:



Hoy, que volvía, regresaba triste... Por culpa del hipo, ya no soy yo. En aquél bar, hipé el alma... y ésta, ya libre, saltó, como ebria, de copa en copa... Y la oímos cantar: ¡Ay, qué será de aquél que no baile al vaivén de las olas del mar! Alterando, en su furor, un estribillo de Pedro Burruezo.

Lejos ya de los humores del alcohol, de los dulzores de los besos pintados y de las piedras calizas en forma de falo... me sentí a punto de regurgitar. Y levanté la cabeza y vi el cielo agitado... Y en mi dolor, en esa terrible angustia que padece el beodo destemplado, creí que el frío que me atenazaba era cosa de una bandada de deméntors que me acechaban.
Pero la Parca viste de negro... y no lleva ni trenzas ni cola de caballo.


HOY HACE UN AÑO, DESDE LA OTRA VENTANA:


Hoy ya hace un año. Me iba, medio dormido. Volvía a casa, embebido en vasitos de Pastis, esa maravilla francesa que tanto se parece a nuestro famoso Anís del Gato... Y soñé esta casa y hasta creí verla, nublosa, no muy nítida, desenfocada... pero es que, por el lagrimal, todo yo rebosaba.

Y el revisor gritó: "¡
Hasta la piedra tirada con más furia, acaba hundiéndose en el mar!".

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