martes, 5 de agosto de 2008

El día que llegaron los platillos volantes


Ese día aterrizaron los platillos volantes. Cientos de ellos, dorados,
Silenciosos, bajando del cielo como grandes copos de nieve,
Y la gente en la Tierra contempló puesta en pie cómo bajaban,
Con la boca seca, ansiosos por ver qué nos esperaba dentro,
Sin que ninguno de nosotros supiera si iba a seguir aquí mañana,
Pero tú no te diste cuenta porque

Ese día, el día que llegaron los platillos volantes, se dio la coincidencia de que
Fue el día en el que las tumbas dejaron ir a sus muertos,
Y los zombis se abrieron paso a través de la blanda tierra
O se alzaron de repente, arrastrando los pies, con los ojos nublados, imparables,
Vinieron a nosotros, los vivos, y gritamos y corrimos,
Pero tú no te diste cuenta de eso porque

El día de los platillos volantes, que también fue el día de los zombis, fue también
El Ragnarok, y las pantallas de los televisores nos mostraron
Un barco construido con las uñas de los muertos, una serpiente, un lobo,
Todos mayores de lo que la mente podía concebir, y el cámara no pudo
Alejarse lo suficiente, y entonces los Dioses llegaron,
Pero no los viste aparecer porque

El día de los platillos volantes/zombis/batalla de los dioses las esclusas se rompieron
Y todos fuimos arrollados por genios y duendes
Que nos ofrecían deseos y prodigios y eternidades,
Inteligencia y encanto y verdaderos corazones valerosos y calderos de oro,
Mientras los gigantes recorrían la tierra, y las abejas asesinas,
Pero tú no tenías ni idea de todo eso porque

Ese día, el día de los platillos volantes, el día de los zombis
Del Ragnarok y de las hadas, el día que llegaron los grandes vientos
Y las grandes nieves, y las ciudades se volvieron de cristal, el día que
Todas las plantas murieron y los plásticos se desintegraron, el día que
Los ordenadores se rebelaron y las pantallas nos conminaron a obedecer, el día que
Los ángeles, borrachos y confusos, salieron a trompicones de los bares
Y que sonaron todas las campanas de Londres, el día que
Los animales nos hablaron en asirio, el día del Yeti,
De las capas al viento y la llegada de la máquina del tiempo,
Tú no te diste cuenta de nada porque
estabas sentado en tu habitación, sin hacer nada,
sin ni siquiera leer, no de verdad, simplemente
mirando al teléfono, preguntándote
si yo iba a llamarte.


Relato corto del libro "Objetos fragiles" de Neil Gaiman, mi autor preferido.

1 comentario:

Bruma dijo...

Me ha parecido genial el relato, Jordi y cuando he visto que era de Neil Gaiman me he dicho de qué me suena este nombre y es que justamente ayer leí uno de los relatos basados en la idea de Matrix que comenté en mi blog, que era suyo y que también me gustó mucho. No me extraña que sea uno de tus autores favoritos.